sábado, 3 de agosto de 2013

La Guelaguetza todavía vive



OPINIÓN

Las otras verdades 
 Eduardo Cruz Silva


Según afirma el  periodista e investigador histórico Erick Ricardo Osorio Casas,al parecer, la fiesta de la Guelaguetza tiene sus orígenes en los festejos zapotecas de la fiesta llamada hueytecuhilhuitl, “Fiesta grande de los Señores”, traída por los mexicas y los ritos dedicados a Centéotl, “Diosa del Maíz tierno”, a quien hacían grandes honores y ofrendas con las cuales se esperaban obtener fertilidad en los campos.

Posteriormente con la llegada de los españoles y la consiguiente “evangelización”, los franciscanos y dominicos prohibieron las prácticas dedicadas a la Diosa Centeótl, destruyeron el teocali situado a las faldas del cerro “Daninayaoloani”, hoy cerro del Fortín y en su sitio construyeron el templo católico dedicado a la Virgen del Monte Carmelo, hoy templo del Carmen Alto, ubicado en la calle de García Vigil.

En los tiempos del llamado México independiente la fiesta de la Virgen del Carmen era ya parte de las tradiciones del pueblo oaxaqueño. Posterior a la asistencia de los actos litúrgicos del Templo del Carmen Alto. Se continuó asistiendo al cerro del Fortín, a la fiesta de los Lunes del Cerro, a realizar una convivencia de la sociedad de ese tiempo, claro está, con su respectiva distinción de clases: campesinos, jornaleros, amos en donde se vendían y compartían alimentos, ya no se ofrendaban a la diosa Centéotl.

En aquellas fiestas de los lunes del cerro los pobladores del valle de Oaxaca se congregaban en el cerro del Fortín a disfrutar de los cantos, la música y los bailes de los valles centrales. Así mismo en distintos puntos del valle como Villa de Etla, Cuilapan de Guerrero, Zaachila, Mitla, realizaban su propio lunes del cerro en lomas y peñas, que coinciden con ser sitios de importancia religiosa de asentamientos zapotecos y mixtecos. (A la fecha estas poblaciones continúan realizando sus lunes del cerro).

En 1932 con motivo del aniversario 400 de la ciudad de Oaxaca se realizó por primera vez la fiesta del lunes del cerro en forma masiva, paso previo a la globalización y modificación de la festividad. En el año de 1953 se realizó la conjunción de la Guelaguetza y la Fiesta de los Lunes del Cerro, como hoy la conocemos, con la presentación de las delegaciones de las 8 regiones del estado.

 En esta “nueva” fiesta de la Guelaguetza, los pueblos expresan a través de sus bailes, su música, su canto, una muestra de lo que es su etnia. Se reunió a los diferentes pueblos de Oaxaca y su diversidad, portando las vestimentas características de su región. Al término de la participación de cada grupo, se ofrece a los asistentes su “Guelaguetza” es decir se da y recibe los productos característicos de las regiones participantes, se ofrendan unos a otros parte de lo que cada pueblo cosecha.

Los lunes del Cerro que son arropadas por otras manifestaciones culturales, como Leyenda de Donají y el “Bani StuiGulal”  que significa repetición de lo antiguo, se han convertido en detonantes del turismo en la capital oaxaqueña. Sin embargo, esa  expresión cultural  perdió su esencia y ahora es un show comercial al que todos meten mano, pese a ello sobrevive y aun despierta admiración en propios y extraños. 
 
   Paralelo a los atractivos que Oaxaca puede ofrecer al visitante en estos días o en cualquier otra temporada del año. Oaxaca ofrece hoy un panorama desolador en su red carretera, tanto federal como estatal, vías deterioradas, sin señalamientos, con baches y derrumbes, etcétera.

  Los principales mercados y centros de abasto convertidos en muladares y nidos de delincuentes. Las calles del Centro Histórico de Oaxaca, expropiadas por las organizaciones de vendedores ambulantes, fijos y semifijos. Edificios históricos pintarrajeados y destrozados por las constantes turbas de manifestantes que  son el pan de todos los días en la capital oaxaqueña.

  Inseguridad total en el rubro del servicio de transporte. Nula cultura vial con congestionamientos vehiculares a toda hora y  peatones en la indefensión. Calles con aguas negras en la superficie o sucias. Parques arrebatados a la sociedad convertidos en tianguis pueblerinos.

  Jardines y espacios recreativos con escaso mantenimiento y en algunos casos como el Parque del Tequio, convertido en zona de emboscadas y asaltos.  Como sea, es nuestra realidad, lo que ahora tenemos y que tristemente ofreceremos a nuestros visitantes. Una entidad vapuleada, deteriorada y cayéndose a pedazos por la ineptitud e indolencia de nuestras autoridades. Bienvenidos pues.


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