viernes, 16 de agosto de 2013

El debate de la identidad



El País de las Nubes
Ramón John


El pasado nueve de agosto se celebró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, establecido el 23 de diciembre de 1994 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución A/RES/49/214, se dedicó en primera instancia a un decenio (1994-2004), posteriormente se extendió otro más del 2005 al 2015, con el tema “Un decenio para la acción y la dignidad”. 

Esto es en cuanto a la formalidad, pero en casos concretos como sucede con el Estado Mexicano si bien se pueden reconocer algunos avances sobre la materia en los últimos años gracias a la rebelión zapatista en 1994, históricamente y en la actualidad deja mucho que desear en política a favor de la conservación, promoción y fomento de la pluralidad étnica; en complemento con lo anterior, tampoco existe una política lingüística que trate de conservar y fomentar las lenguas vernáculas, en contraste con las distintas disposiciones que podemos consultar cuya escenografía nos ilustra un país que en definitiva no es el nuestro.
Las llamadas identidades colectivas tienen ante sí el reto de conservar el patrimonio cultural y lingüístico que por lo visto no está considerado dentro de las políticas de Estado, mucho menos para gobiernos neoliberales como los que actualmente hemos tenido. Incluso el debate de la identidad tiende más a incorporar al país a la llamada globalización según los cánones de las naciones hegemónicas capitalistas, que a un verdadero intercambio multicultural por todo el orbe.

 Por un lado tenemos que lejos de aplicar las leyes para conservar las lenguas indígenas, se omiten y continúan en su extinción. Por el otro existe un doble discurso de una identidad que no es preciso, que es difuso y que solo le sirve a los funcionarios para exhibir un folclore que a leguas se nota, tan solo vean las ridículas fotografías de funcionarios que se visten a la usanza de la etnia donde van a promocionar algún programa de gobierno para simular algo –y que ellos mismos no saben qué es- que se queda para los archivos de comunicación social.

 El debate de la  identidad  no es tampoco como se ha propuesto en la revista Relatos e Historias de México (agosto 2013, n° 60) que si bien gira dentro del llamado indigenismo contra el hispanismo, el autor ubica a los mexicas como el centro de la defensa de la identidad étnica –y tal vez crea que es así en todo el país-, situación que es incorrectas, pues en las grandes urbes como es la ciudad de México al no tener patrones de referencia culturales, asumen a la cultura mexica como la representante por excelencia de nuestra identidad nacional, cuando existen en el país más de medio centenar de etnias.

Por ejemplo, aquí en la Mixteca existen loables esfuerzos por reconocer y valorar la cultura Ñuu Savi, una  de ellas es el Seminario Permanente de Historia Regional Mixteca que acertadamente coordina Guillermo Círigo Villagómez, titular de la Unidad Regional Huajuapan de Culturas Populares; y otros como el XIII Congreso Tu´un Savi celebrado del 26 al 28 de julio en la ciudad de Tlaxiaco.

En este marco, una verdadera política a favor de las culturas y lenguas autóctonas vendrá de lo que hagan las distintas etnias, de la sociedad y por la sociedad, y solo pocos, muy pocos sectores y niveles del gobierno –administración pública- podrán impulsarlos dada la poca atención de parte de la visión tecnócrata y neoliberal, así que falta mucho por hacer en pro de nuestras culturas y lenguas vernáculas.    
    

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