Reportaje de Eduardo Cruz
Se le considera la mejor
restauradora de arte sacro de la mixteca
Huajuapan, Oax.- Con una vocación
innata desde niña por las artes plásticas, Diana Hernández Roque, ha transitado
diversas experiencias de trabajo y estudio,que hoy a la par de ofrecer clases
de escultura a niños, sueña con establecer un taller de artes plásticas en
Huajuapan, mientras tanto y casi sin proponérselo se ha convertido en una de
las mejores restauradoras de arte sacro en la región de la mixteca.
Tras concluir sus estudios de
preparatoria Diana buscó una escuela que le permitiera adentrarse al mundo de
las artes plásticas.En una visita la Ciudad de Oaxaca con ese fin,
circunstancialmente tropezó con el reconocido pintor Francisco Toledo, a quién
sin conocerlo pidió ayuda y tras una breve charla le recomendó realizar estudios en la Escuela de Bellas
Artes, dependiente de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO)
de donde salió con un titulo bajo el brazo.
En esa etapa de estudios, también tuvo la oportunidad de ser aceptada
como aprendiz por otro grande de Oaxaca
recientemente fallecido, el maestro Juan Alcázar. Una tormentosa
relación afectiva que mantuvo por año y medio, maniató sus alas por un tiempo y
tuvo que abandonar el taller de Juan Alcázar en donde aprendía técnicas de
grabado.
En sus periodos vacacionales Diana Hernández, logró colarse como maestra
sustituta en la Casa de la Cultura de Huajuapan, institución en la cual, a pulso se ganó una titularidad y en donde
además de ofrecer clases de escultura a menores de edad, se ha convertido en su
plataforma de trabajo en otras disciplinas artísticas.
El gusto por la pintura que inició en sus primeros años de vida y posteriormente de manera autodidacta fue
asimilando técnicas observando el programa de Bob Ross, famoso pintor y
presentador de televisión, llevaron a Diana a presentar su primera exposición
de óleos y acuarelas en el Museo Regional de Huajuapan (MUREH) en una serie que
denominó: “Los ángeles de mi vida”.
Creadora de los tapetes de arena de Huajuapan
De igual forma en el año
2007, puso en marcha una inquietud
personal al realizar en la explanada del parque independencia de Huajuapan, su
primer tapete de arena con motivo de la festividad de “Todos los santos” o
“Días de muertos” como mejor se le conoce en la cultura mexicana.
Año con año y con escasos apoyos, Diana ha seguido con su iniciativa de
crear esculturas efímeras que por
algunos días, cambian la vista de una buena parte del centro de la ciudad con sus tapetes de arena,
y que hoy día, ya empiezan a replicarse en otras zonas de la mixteca en donde
solicitan su colaboración para hacer figuras alusivas a las mismas
festividades.
“Es mi intención –dice- hacer un curso especializado con jóvenes y
niños, para que ellos sean los que continúen
con este trabajo, pues no puedo hacer todo por mis compromisos de
trabajo”, reconoce la joven artista.
La sugerencia de uno de sus alumnos, le llevó a incursionar en la
manufactura de figuras en tercera dimensión y que dieron pie a la elaboración
de “matachines” o “monos de calenda” en
miniatura. Los monos de calenda llegan a Oaxaca con la conquista española y la
evangelización de los pueblos prehispánicos.
Son utilizados en la fiestas patronales de los diferentes pueblos,
comunidades o barrios oaxaqueños y también le significan un ingreso económico,
pues al ser elaborados en miniatura son solicitados por los habitantes del
barrio de San José de la ciudad de Huajuapan, para ser entregados como premios,
al igual que por particulares que los han ofrecido como obsequios artesanales
al simbolizar un tradición mixteca.
Restauradora de Arte Sacro
Diana Hernández, narra que
gracias a los estudios de su carrera profesional y su conocimiento sobre
técnicas de pintura, en el mes de Junio
del año pasado, se le invitó a participar en un equipo multidisciplinario
dedicado a la preservación y restauración de arte sacro que trabajo en algunos
templos del Estado de San Luis Potosí.
“Mi intención –agrega Diana- es acudir a realizar un curso de restauración y
conservación de bienes inmuebles a celebrarse
en las ciudades de Cuernavaca Morelos y el Distrito Federal, porque me
di cuenta que los restauradores poseen las técnicas de restauración pero
carecen de conocimientos de pintura y yo quiero complementar una formación para
ponerla al servicio de las comunidades”.
El trabajo que Diana venia realizando en la Ciudad de Huajuapan, fue observado
por un sacerdote católico que le abrió
las puertas al mundo de la restauración de figuras religiosas y otros tipo de
arte sacro, actividad en la cual ha mantenido un desempeño por demás
sobresaliente, que hoy le significa ser solicitada por varias comunidades para
dejar en sus manos la restauración de objetos e imágenes religiosas de gran
significado y cariño de esos pueblos.
De figura delgada, grandes ojos
negros y agradable risa, Diana se sonríe al recordar que su padre siempre le ha
apoyado en cada paso de su vida, ahora no es la excepción y en las más de las
veces –dice- “se convierte en chofer y ayudante cuando salgo a hacer
restauraciones, es un trabajo muy delicado, en donde muchas veces tengo la
mirada de todo un pueblo al rehabilitar una imagen venerada por ellos”.
Concluye su charlala manifestar, su deseo de seguir preparándose, sin el
lastre de una relación sentimental tormentosa como le ocurrió en el pasado y
con la mira puesta en establecer un taller y galería de Artes Plásticas en la
Ciudad de Huajuapan, y para ello piensa establecer una sociedad con un amigo.
Mientras tanto, fiel al dicho que dice; A Dios rogando y con el mazo dando”,
Diana se enfrascó en apoyar la construcción de un Toro Gigantesco que fue
decorado por artesanos de alebrijes en la población de Tilcajete, Ocotlán en el
valle de Oaxaca y que se exhibió por las calles de Huajuapan durante las
festividades del Barrio de San Isidro.
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