OPINIÓN
El
País de las Nubes
Ramón
John
En
la entrega anterior hacía énfasis sobre la violencia en el estado, muchas veces
solo conocido a través de la prensa local, tanto estatal como regional, pero
que en los medios nacionales pasaba desapercibido, aunque existe bastante
material para comentar es necesario conocer algunos casos que nos sirven para
evaluar la situación en cierta región como en la Mixteca.
El
pasado martes 9 de julio, gracias a este medio, se difundió la emboscada a un
vehículo en la zona Triqui a la altura de la Sabana Copala, acto en el que un
menor de tres años perdió la vida, la singularidad del caso radica en que
viajaban tres mujeres y dos menores de edad. Esta agresión afectó la una tenue estabilidad
en la ya de por sí vulnerable relación entre los habitantes y las
organizaciones sociales que tienen presencia en esa región ya que son de las
pocas y contadas agresiones con arma de fuego hacia mujeres y niños.
Días
más tarde, el lunes 15, se reporta la desaparición de Herón Sixto López,
representante del Centro de Orientación y Asesoría a los Pueblos Indígenas, en
el municipio de Santiago Juxtlahuaca, quien fue sacado de sus oficinas ubicadas
sobrecarretera Juxtlahuaca, en esta
situación se evidencia la falta de garantías para quienes abogan por la defensa
de los derechos humanos y se convierten en víctimas de una fuerza que actúa con
total impunidad.
El 21 de julio en la agencia de Santa María
Asunción Juxtlahuaca se cometió un homicidio, en este caso el presunto culpable,
al momento de la detención respondió que
fue militar y policía, además de pertenecer al MULT (Movimiento de Unificación
y Lucha Triqui), sin especificar si el crimen responde a motivos personales,
pasionales o políticos, se suma la sombra de las organizaciones sociales que
entre todas ellas tienen en su haber varios asesinatos.
Un día después, el 22, se da a conocer la
desaparición forzada de una pareja que vivía en el pueblo de Yosondu, en el
municipio de San Juan Mixtepec, los datos de investigación arrojan que un grupo
de personas llegó a la casa donde habitaban y se los llevó. Este contexto que se
nos proporciona gracias a la excelente cobertura de El Avisador, nos demuestra
que en Oaxaca existen síntomas de inseguridad que parecen brotes, aunque no son
una constante si deben de tomarse las medidas necesarias para que no se
conviertan en focos rojos, como los que se conocen por conflictos de límites
territoriales.
Si
bien se puede argumentar que en todas las sociedades y a lo largo de la
historia de la humanidad el crimen ha existido, esto no deja que la prevención
sea un elemento fundamental para inhibir los delitos de este tipo sobre todo
cuando ya se tienen localizados los lugares donde es más común como en la región
Triqui. En otro aspecto, es preocupante que un activista de derechos humanos
como Sixto López haya sido sacado de sus oficinas, pues ello representa un acto
de intimidación hacía quienes tengan proyectado la defensa de los derechos
humanos sin que las medidas de protección sean efectivas a nivel municipal, tan
solo el hecho de que en el municipio no se tengan las condiciones necesarias de
seguridad deja mucho que pensar.
Es
posible que en todos estos casos podamos ubicarlos dentro de la llamada nota
roja, pero si se suman los conflictos políticos y sociales tenemos una amplia
perspectiva de una cuestionable condición de gobernabilidad tanto municipal
como estatal.
A todo lo anterior le sumamos la falta de
garantías para ejercer el periodismo como se ha registrado en el último mes, al
menos es una visión crítica con violencia en crecimiento. Esperemos que más
sobresale en las próximas semanas.
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