viernes, 7 de junio de 2013

Libertad de expresión entre dos frentes



OPINIÓN
El País de las Nubes
Ramón John



Cada 7 de junio se conmemora en nuestro país el Día de la Libertad de Expresión, no es de extrañar que en este día como en años anteriores se resalte en el discurso oficial un país que en nada se puede comparar con el México real, pues es de sobra conocido que nuestra nación ha sido catalogada como uno de las más peligrosos lugares para ejercer el periodismo pues en cifras ya llevamos más de un centenar de colegas asesinados desde el año 2000; ya los medios proporcionarán datos más precisos sobre este aspecto; pero lo que interesa exponer en este espacio es algunas reflexiones sobre el ejercicio periodístico en dos dimensiones.

 El primero corresponde a su configuración histórica, ya que el periodismo en el territorio nacional a partir de la conformación del Estado posrevolucionario, nace de la mano con el poder político (Rafael Rodríguez Castañeda, Prensa Vendida, editorial Grijalbo, 1993) y el gran empresariado de los medios de inmediato se fusionó con la clase política para legitimar un régimen surgido de la violencia y de la guerra civil con el afán de lograr la unidad nacional.

 Los periodistas se tuvieron que sujetar a lo que la empresa dictaba, en caso contrario se atenían al limbo del anonimato, si es que osaban tocar la figura presidencial, los símbolos patrios, el ejército y al secretario de gobernación; las famosas críticas veladas o leer entre líneas era lo más convencional. 

Con el paso del tiempo y ante las demandas de una sociedad más abierta, poco a poco se fue modificando el Sistema Político Mexicano; ya con la llegada de la alternancia el empuje de la sociedad civil logro una mayor apertura en los medios, porque no fue una gracia presidencial ni una dádiva del poder, fue una lucha desde varios frentes expresado en diferentes acontecimientos históricos que exceden este espacio, no obstante la inercia histórica derivó en lo que actualmente ejercemos con todo y sus limitantes y sus cuestionamientos.

 Medios monolíticos como las televisora oficialistas –TV Azteca y Televisa- continúan en la época de las cavernas en cuanto a libertad de expresión por más que tengan comentaristas para sus dizque programas de análisis, todos ellos están marcados por una sumisión al poder presidencial lo mismo que hacían con Felipe Calderón Hinojosa hoy lo continúan reproduciendo con Enrique Peña Nieto, el culto a personalidad del Ejecutivo está vigente como hace décadas, no ha cambiado en nada, la sumisión es absoluta donde la falta de cuestionamiento y contrapesos a las decisiones del poder son obvias.

 Sin embargo a diferencia de antaño hay medios que nos muestras otra realidad ajena al país de las maravillas que siempre nos  pintan, La Jornada, como siempre Proceso o el programa de radio de Carmen Aristegui son una muestra de muchos más que están a lo largo del territorio nacional –incluidos las radios comunitarias- que junto a las redes sociales y los espacios en internet se convierten en muy buenas alternativas.

 Esta libertad es algo que solo disfrutaron en su momento, durante el régimen autoritario del PRI la llamada prensa marginal (Raúl Trejo Delarbre, La Prensa Marginal, Ediciones El Caballito, 1980) pero siempre bajo el riesgo de la represión. 

En cuanto la segunda dimensión, el ejercicio periodístico ha sido brutalmente reprimido por la delincuencia organizada, con un riesgo mayor ya que esta actúa con total impunidad acompañada de su poder corruptor para obtener la complicidad de las autoridades de los diferentes niveles de gobierno.

 Ante este panorama sería muy difícil hacer un festejo realmente acorde a la libertad de expresión, pero mientras queden librepensantes que plasmen sus ideas y se conozcas quedara una base para defender nuestra libertad de expresión.


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