“Un pueblo vive de valores y de la fe, la participación de los jóvenes en la Pasión de Cristo es un ejemplo porque repercute de manera general, pero repercute más en los niños y jóvenes porque son la esperanza de un pueblo que crece y se desarrolla, y, cuando la niñez ve a los jóvenes representar valores de forma evangélica, están dando realmente testimonio de la fe”, sostuvo el misionero Armando Flores Bravo quien participó en el Vía Crucis.
Ante un sol inclemente la comunidad católica de Santiago Juxtlahuaca llevó acabo la escenificación de la Pasión de Cristo, con la participación de jóvenes que interpretaron a diversos personajes, en esta ocasión representó a Cristo el joven Francisco Peña Leiva, quien tuvo que cargar la pesada cruz durante el largo recorrido y escenificar las caídas, así como llegar hasta el lugar donde tuvo que ser crucificado.
En el Vía Crucis se escuchaban los gritos: “crucifícale, mátale, golpéale”, mientras los soldados romanos vestidos con capas rojas y turbantes custodiaban y golpeaban a Cristo y otros azotaban las espaldas de los “penitentes”, las huellas de los azotes eran evidentes y esto se dio durante todo el recorrido, los “penitentes” iban vestidos de color negro con el rostro cubierto y, algunos llevaban cargando enormes trozos de madero y los pies estaban encadenados con gruesos grilletes.
Durante el recorrido se escuchaba el mensaje que decía: “los cireneos siempre tienen buen corazón para apoyar desinteresadamente, pidámosle al señor para que nosotros seamos buenos cireneos y cuando veamos el rostro de una persona abatida tengamos una palabra, un mensaje de paz, y esto le motive seguir caminando con ésa difícil cruz que le corresponde llevar hasta el final”. Esto en alusión a el caminante Simón el Cireneo que ayudó a Cristo.
Otro momento emotivo fue el encuentro de Cristo con su madre, donde la jovencita que interpretó a María, madre de Jesús, hizo palpitar fuertemente los corazones con tan desgarradora escena y la destacada actuación que prácticamente encarnó al personaje, el martirio continuaba y a lo lejos se observaba el camino del monte calvario donde Cristo tendría que caminar cargando la enorme cruz y, donde sería crucificado.
Llegó el momento más culminante: la crucifixión y muerte de cristo, en estos momentos la atención estaba en la cruz donde se crucificaría a el salvador, el asombro y el sentimiento afloraba en esos instantes, las mentes y cámaras fotográficas congelaron ése instante que recuerda el sacrificio de Jesús por la salvación de los que estamos en la tierra.
“Aquí en Juxtlahuaca el papá del que representa a Jesucristo al término invita a comer a los participantes”, informó Antonio Márquez, quien comentó que lleva cinco años consecutivos haciendo la ermita en la colonia las Américas y que vio todo muy organizado y también mucha participación, esto habla muy bien de los ciudadanos de Juxtlahuaca, concluyó.
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