miércoles, 13 de noviembre de 2013

De funcionario a interprete de la realidad



OPINIÓN
 
Las otras verdades 
 Eduardo Cruz Silva 


En el entramado de designaciones y amarres políticos  que desde un inicio  caracterizó el gobierno de Gabino Cué Monteagudo, pocos han dado pie con bola para entender la dinámica del “gobierno del cambio” que a todas luces navega sin brújula y topando con pared a cada rato por la falta de oficio político de sus operadores y funcionarios de primer nivel.

  Tras las amargas experiencias de gobiernos anteriores, muchos fincaron renovadas esperanzas en el gobierno que encabezaría Cué Monteagudo, una gran mayoría le otorgó el beneficio de la duda a las designaciones que realizó el mandatario en las secretarias y el gabinete ampliado. No existió un criterio definido que marcara una pauta, los principales nombramientos recayeron en personajes de la mas diversa cuna política, aun así se esperó que el nuevo gobierno ofreciera lo resultado prometidos.

  Fueron pasando los meses y los años y lo que se fue observando es que ese reparto de posiciones solo obedeció a un pago de facturas por los apoyos de campaña que en nada obedecían a un trabajo de cogobierno, simplemente fue un trabajo montonero para derribar a un adversario político pero sin un plan trazado para orientar el trabajo de una administración gubernamental. 

Existe una reflexión de  Jean-BaptisteMolière  que dice: “Todos los hombres se parecen por sus palabras; solamente las obras evidencian que no son iguales”.  Lo anterior viene a cuento, porque hace poco días nos dimos a la tarea de volver a leer el  libro  “Gobierno de coalición para la transición democrática de Oaxaca” escrito por el actual mandatario oaxaqueño Gabino Cué Monteagudo, en donde  realiza un diagnostico de la situación que ha vivido Oaxaca  con gobiernos de extracción priísta y ofrece sus compromisos mínimos de un gobierno de coalición.

   Después de cerrar la última de las 56 páginas del mentado libro, hemos quedado con la sensación que el tiempo se detuvo. La realidad que en su momento pintó Cué Monteagudo, de Oaxaca, es igual o peor con su gobierno emanado de una alianza opositora. Hay que agregar, que en esa misma inercia se encuentran muchas administraciones municipales que han resultado un verdadero fiasco para mayor desgracia de los oaxaqueños.

  Señalábamos que ante lo heterogéneo de su gabinete se otorgó el beneficio de la duda,  y aunque el aparato oficial de comunicación social ha tratado de maquillar la realidad y pintar todo color de rosa, no se puede tapar el sol con un dedo y poco a poco han salido a la luz torpezas e ineptitudes de funcionarios de igual o peor calibre de las que tanto criticaban.

 Otros más, vieron la oportunidad de sus vidas para establecer oscuros cotos de poder que hasta ahora nadie puede explicar como es el caso de: Jorge “el coco” Castillo Díaz,  personaje que se mueve a sus anchas en todas las esferas del poder político de Oaxaca tan es así, que motivó la renuncia del ahora ex secretario de gobierno Jesús Martínez Álvarez, quien ante  la constante intromisión Castillo Díaz en los asuntos del gobierno a ciencia y paciencia del mandatario prefirió hacerse a un lado.

  Tal vez, sin querer fue lo mejor para Martínez Álvarez, pues de todas las renuncias que hasta la fecha se le han presentado a Cué Monteagudo, el contador en su decoro y madurez política ha asumido un papel que ni el gobierno ni los que han renunciado se han atrevido en realizar y que consiste en explicar realmente el verdadero motivo de las renuncias.

  En pocas palabras Martínez Álvarez, pasó de funcionario ha convertirse en un interprete de la realidad que se vive al interior del gobierno estatal, el peso político que tiene y el conocimiento de lo que se cocina al interior de la administración le dan valor a sus dichos, aun cuando hay quienes digan que debió de haber hablado antes y no hoy. Como sea, bien podemos ahora empezar a entender que no todo lo que brillaba era oro. Y los que auguraban vientos de esperanza,ahora empiezan a oler los tufos de otros tiempos.


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