Timoteo, los caminos que durante muchos años abriste con tu transitar con la finalidad de traer bienestar a tu comunidad, hoy esos pasos ya no se sentirán, los cerros, testigos mudos que albergaron tu caminar ahora sienten ese vacio de tu presencia, cerros que muchas ocasiones repitieron con el eco las consignas cuando la comunidad decía: “Timoteo vive la lucha sigue”, “autonomía, autonomía”.
Recuerdo cuando se te dio el último adiós, y toda la comunidad participó con dolor, porque eras el compañero, amigo, hermano, el líder querido que partía definitivamente. En la agencia se te ofreció el honor que merecías, ahí tus compañeros participaron con la música de mariachis y tocaban la melodía que dice “Te vas ángel mío”, la banda Nueva Imagen también hacía lo propio, y así, la comunidad y compañeros estuvieron contigo en la despedida final.
Los corazones estaban tristes, el ambiente así sentía, un humo espeso y gris cubría los montes. El aguardiente y las cervezas no hacían estragos, sería por la pena que embargaba, pero si motivaba a bailar, las mujeres por un lado lo hicieron hasta el cansancio moviendo rítmicamente sus huipiles y los hombres participaron con dolor contenido -que en ocasiones se liberaba con un trago de cerveza-. En la agencia, los féretros de Timoteo y su esposa Tleriberta eran escoltados por sus hijas, y así permanecieron hasta el final de la misa que se ofreció.
Llegó el momento más triste: trasladar los cuerpos hacia el panteón; las mujeres en solidaridad y llenas de un sentimiento de hermandad cargaron el féretro de Tleriberta; gruesas gotas de sudor escurrían por sus rostros; sin embargo, el sentimiento era más grande y no desmayaron en su idea de acompañar a Timoteo y a su esposa hasta el camposanto, por su parte, los compañeros del líder máximo también cargaron el féretro.
Irónicamente, por ultima vez Timoteo participó en el bloqueo de la carretera, en esta ocasión no fue planeado, sencillamente porque por ahí se tenía que caminar para llegar al panteón y eran muchas las personas que participaron, por lo que la vialidad se vio suspendida.
Las ganas de cargar el ataúd de Timoteo eran muchas; y, todos tuvieron la oportunidad de acompañar al líder hasta su lecho eterno, los compañeros de lucha no se despegaron y estuvieron atentos durante el trayecto al panteón. Después de más de media hora llegaron a su destino final, ahí bajaron los féretros, los pusieron en piso firme y, prepararon el espacio donde los cuerpos de Timo y su esposa serían sepultados.
Después de hacer los rituales como acostumbran los hermanos triquis, depositaron los ataúdes en un lugar especial, porque Timo fue el líder querido, el hombre congruente con los ideales de libertad, justicia, paz, desarrollo, y vivió intensamente la lucha por el municipio autónomo, idea que aún fortalece la lucha. Y así despidieron al líder máximo.
Timoteo nació el cinco de mayo de mil novecientos sesenta y seis y murió el veinte de mayo de dos mil diez.
“Un hombre muere totalmente cuando se olvida y se saca de los corazones”, timo vive en la lucha diaria y permanece en el corazón de los hombres y mujeres justas. A un año de su muerte el pueblo recuerda a Timoteo Alejandro Ramírez.
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