Es rara la mujer
que aprecia su cuerpo por lo que es ¿cuántas mujeres se quitan la ropa por la
noche, se paran frente al espejo y exclaman: “uau, me gusta mi cuerpo”? Es
mucho más probable que sea una sesión de
“no es horrible”, con la mujer empleando su cuerpo en quejarse de que algunas
partes son demasiado grandes, demasiado
pequeñas, están en un lugar equivocado o no merecen estar ahí para nada.
La proliferación de
artículos sobre dietas y apariencias dirigidos a las mujeres refleja una
ansiedad continua acerca de la apariencia física. El argumento de la bella mujer plástica, aunado a los patrones
de la niñez de dar caricias a las niñas principalmente por su aspecto,
intensifica esta ansiedad pervasiva.
Las caricias por la
apariencia no son destructivas por sí mismas, el peligro surge si éstas son las
caricias más importantes que recibe una
niña y si se convierten en la única clase de caricias que valora más adelante.
Es evidente que
últimamente el aspecto físico de la mujer tiene un rol demasiado importante y
esto ha conllevado a la contaminación de
la esencia de mujer, es decir la mujer no solo se limita a ser bonita, la mujer
es: trabajadora, inteligente, madre, creativa, compasiva, sensible, amorosa, y
muchas más cualidades que no alcanzarían en este artículo.
Parece ilógico que
el porcentaje de mujeres que se destacan por su impacto sobre la sociedad siga
siendo muy bajo a pesar que la educación superior les ha abierto los ojos a las
diversas posibilidades vocacionales, a pesar de que han demostrado habilidad y
dedicación, a pesar de que nunca han estado mejor preparadas para hacer una
contribución positiva, muchas mujeres encuentran todavía que la puerta que abre
el camino de su elección sigue cerrada para ellas, simplemente porque son
mujeres.
Es momento de
demostrarse a sí mismas y a la sociedad que como mujeres somos capaces de
contribuir positivamente en el desarrollo social, familiar y cultural del país
sin menosprecios y negativismos porque al igual que los hombres somos humanos
que pensamos, vivimos y merecemos lo mejor.
Mujer atrévete a
salir de esa melancolía y hundimiento de la limitación y pon en práctica lo
siguiente, sin culpas, porque es tu derecho de ser mujer…
Cada una de
nosotras es capaz de pensar por sí misma
Muchas mujeres necesitan
practicar el hablar francamente
Fijarse una meta
Equilibrio en su
personalidad
La mujer autónoma
vive plenamente
Movilice su energía
para el cambio
Cada mañana
despierta, mírate en el espejo y repite: “ESTOY
ENCANTADA DE SER UNA MUJER TRIUNFADORA”
Enriqueta Salazar
Psicóloga
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