Las otras
verdades
Eduardo Cruz Silva
En el entramado de designaciones y amarres políticos que desde un inicio caracterizó el gobierno de Gabino Cué
Monteagudo, pocos han dado pie con bola para entender la dinámica del “gobierno
del cambio” que a todas luces navega sin brújula y topando con pared a cada
rato por la falta de oficio político de sus operadores y funcionarios de primer
nivel.
Tras las amargas
experiencias de gobiernos anteriores, muchos fincaron renovadas esperanzas en
el gobierno que encabezaría Cué Monteagudo, una gran mayoría le otorgó el
beneficio de la duda a las designaciones que realizó el mandatario en las
secretarias y el gabinete ampliado. No existió un criterio definido que marcara
una pauta, los principales nombramientos recayeron en personajes de la mas
diversa cuna política, aun así se esperó que el nuevo gobierno ofreciera lo
resultado prometidos.
Fueron pasando los
meses y los años y lo que se fue observando es que ese reparto de posiciones
solo obedeció a un pago de facturas por los apoyos de campaña que en nada
obedecían a un trabajo de cogobierno, simplemente fue un trabajo montonero para
derribar a un adversario político pero sin un plan trazado para orientar el trabajo
de una administración gubernamental.
Existe una reflexión de
Jean-BaptisteMolière que dice:
“Todos los hombres se parecen por sus palabras; solamente las obras evidencian
que no son iguales”. Lo anterior viene a
cuento, porque hace poco días nos dimos a la tarea de volver a leer el libro
“Gobierno de coalición para la transición democrática de Oaxaca” escrito
por el actual mandatario oaxaqueño Gabino Cué Monteagudo, en donde realiza un diagnostico de la situación que ha
vivido Oaxaca con gobiernos de
extracción priísta y ofrece sus compromisos mínimos de un gobierno de
coalición.
Después de cerrar la
última de las 56 páginas del mentado libro, hemos quedado con la sensación que
el tiempo se detuvo. La realidad que en su momento pintó Cué Monteagudo, de
Oaxaca, es igual o peor con su gobierno emanado de una alianza opositora. Hay
que agregar, que en esa misma inercia se encuentran muchas administraciones
municipales que han resultado un verdadero fiasco para mayor desgracia de los
oaxaqueños.
Señalábamos que ante lo
heterogéneo de su gabinete se otorgó el beneficio de la duda, y aunque el aparato oficial de comunicación
social ha tratado de maquillar la realidad y pintar todo color de rosa, no se
puede tapar el sol con un dedo y poco a poco han salido a la luz torpezas e
ineptitudes de funcionarios de igual o peor calibre de las que tanto
criticaban.
Otros más, vieron la
oportunidad de sus vidas para establecer oscuros cotos de poder que hasta ahora
nadie puede explicar como es el caso de: Jorge “el coco” Castillo Díaz, personaje que se mueve a sus anchas en todas
las esferas del poder político de Oaxaca tan es así, que motivó la renuncia del
ahora ex secretario de gobierno Jesús Martínez Álvarez, quien ante la constante intromisión Castillo Díaz en los
asuntos del gobierno a ciencia y paciencia del mandatario prefirió hacerse a un
lado.
Tal vez, sin querer
fue lo mejor para Martínez Álvarez, pues de todas las renuncias que hasta la
fecha se le han presentado a Cué Monteagudo, el contador en su decoro y madurez
política ha asumido un papel que ni el gobierno ni los que han renunciado se
han atrevido en realizar y que consiste en explicar realmente el verdadero
motivo de las renuncias.
En pocas palabras
Martínez Álvarez, pasó de funcionario ha convertirse en un interprete de la
realidad que se vive al interior del gobierno estatal, el peso político que
tiene y el conocimiento de lo que se cocina al interior de la administración le
dan valor a sus dichos, aun cuando hay quienes digan que debió de haber hablado
antes y no hoy. Como sea, bien podemos ahora empezar a entender que no todo lo
que brillaba era oro. Y los que auguraban vientos de esperanza,ahora empiezan a
oler los tufos de otros tiempos.
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